Entre los trabajos más complicados, estresantes y peligrosos (en términos de la estima propia), se encuentra sin dudas ser Ministro de Educación en Chile.
Se necesita tener la empatía de Patch Adams, la fortaleza mental de Kung Fu, la convicción de Marcel Claude, entre muchos otros atributos y honestamente no le desearía a mi peor enemigo dicho cargo.
El ministro Eyzaguirre se mueve por aguas turbulentas, donde múltiples agentes soplan como vientos huracanados, a saber: los estudiantes, la oposición, su misma coalición y ahora último los apoderados,. Además él mismo ha revuelto las aguas por donde navega con declaraciones que nunca cuajan a la primera.
Sinceramente creo todos deseamos que llegue a buen puerto, aunque el contenido de la carga de su navío seguirá siendo una incógnita.